
Philip-Lorca diCorcia: A lost Eden
No me respondieron. Gracias igual.
Hice un portfolio para que me respondan. O para que me contraten. Hasta ahora no pasó ninguna de las dos.
Podría centrarme en eso: en lo que quería, en las expectativas, en el deseo. O en un supuesto deseo.
Si te hablan desde afuera, con una posibilidad de trabajo, entusiasma.
Y justo yo, que soy de los que el entusiasmo lo toma por completo.
Justo a mí, que vengo con el corazón y con el deseo en la mano.
Que si me muestran un poco de cordialidad o dulzura, me tienen a sus pies.
No es victimización. Es realidad.
Eso pasa cuando uno busca algo que siente, y se presentan estas posibilidades.
Entrevistas tuve de a montones. De todo tipo.
Algunas prometedoras, otras pintando pajaritos en el aire.
Hoy estoy acá.
Abriéndome a la palabra.
En este portfolio que fue creado con una intención que no termino de precisar.
Y tampoco pienso que sea necesario saberlo todo.
Como sea: me sirvió para mostrar lo que hago.
O lo que puedo hacer.
O un atisbo de inicio.
Estas palabras también lo son.
Escribo para quien pueda leer.
Para quien desee leer.
No con el afán de saber.
Sino con la identificación como motor.
Porque allá afuera hay más personas en la misma.
Que buscan una verdad escondida por ahí.
Que no se traicionan.
Y eso, también, es una forma de morir en vida.